Viudas negras, migalas, la mítica tarántula…¡ Las arañas nos asustan! El desconocimiento sobre ellas alimenta miedos y fobias y, sin embargo, de las 35.000 especies que se han censado, tan sólo una docena representa algún peligro para el hombre.
A pesar de todo, estas sofisticadas criaturas se merecen algo mejor que el miedo y es el asco que inspiran, ya que son indispensables para el equilibrio ecológico de nuestro planeta: son un pesticida completamente natural, así, por ejemplo, son capaces de devorar cada día más de 3 millones de toneladas de insectos. Por ello, los ecologistas las consideran unos animales importantes para la salud y el equilibrio de nuestro mundo.
En este artículo hablamos un poco sobre el veneno de las arañas y que daño puede provocar el veneno en los humanos y sobre sus posibles investigaciones.
Los venenos peligrosos para el hombre son de dos tipos principales: neurotóxicos y necróticos. Los venenos neurotóxicos perturban el funcionamiento del sistema nervioso y su aptitud para controlar los músculos. Hay dos especies de las arañas que utilizan este veneno que puede poner en peligro a los hombres.
La primera es la célebre viuda negra, Latrodectus mactans, bastante extendida en el continente americano: se trata de una araña temerosa que huye del hombre; su mordedura poco dolorosa en el momento, provoca dolores muy fuertes (en primer lugar locales y después generales) al cabo de unos minutos, una sensación de asfixia y de angustia, una subida rápida de la tención arterial y unas brutales contracciones musculares. Aunque son raros los casos de fallecimiento, estos pueden darse especialmente en niños o en personas débiles.
La araña australiana Atrax robustus dispone también de un veneno neurotóxico potente. Esta araña, muy presente en las afueras de Sídney, se caracteriza por presentar un comportamiento muy agresivo que la precedente, sobre todo en las condiciones de tormenta. Su mordedura provoca un dolor fuerte que no siempre va seguido de efectos. Sin embargo, en algunos casos, pueden experimentarse vómitos, salivaciones y lagrimeos incontrolados, con dificultades respiratorias acompañados de un descenso acusado de la tensión. Por su parte, los venenos necróticos destruyen los tejidos contiguos a la zona de la mordedura. El género Loxosceles que habita en las regiones tropicales, posee uno de los venenos más virulentos de este tipo. Su mordedura es poco dolorosa y suele pasar desapercibida, aunque en algunos casos evoluciona agravándose durante varias semanas, de manera que la lesión se abre y va adquiriendo el aspecto de una quemadura muy profunda que avanza por sí sola. La situación alcanza tintes críticos cuando a todo esto se le añade la destrucción de los glóbulos rojos, de manera que puede producirse el coma e incluso la muerte.
La única araña que puede presentar un cierto peligro en nuestro país es la malmignotta (Latrodectus tredecimguttatus), con representaciones en los países mediterráneos. También es una araña miedosa y los efectos de su mordedura pueden frenarse eficazmente mediante una inyección de suero o incluso de una solución cálcica. Algunos individuos del género Chiracanthium también pueden infligir mordeduras dolorosas debido a su veneno necrótico.
¿Instinto o inteligencia?
Prácticamente, todos los comportamientos de las arañas están lógicamente determinados por el instinto, en otras palabras, están grabados en los genes. Por ejemplo, para la elaboración de las telarañas no existe ningún aprendizaje: la araña sabe tejar sin que nadie se lo haya ensañado. Las telarañas son incluso mejores cuando las tejen arañes jóvenes que cuando lo hacen arañas más ancianas. Además, en caso de que se produzca un suceso improvisto, el animal suele ser incapaz de hacerle frente, ya que no está “programado” para esto. Así, muchas arañas capaces de tejer telarañas muy complejas, son sin embargo incapaces de hacer un sencillo remiendo en caso de que se produzca algún incidente: sólo pueden elaborar la telaraña entera.
Asimismo, en el caso de algunas arañas que se refugian bajo tierra, la capacidad para excavar una madriguera sólo se da en los individuos jóvenes. Superada una cierta edad, si se saca el animal de su refugio y se le coloca en un terreno blando y móvil, no sabrá que hacer. Mientras que unas semanas antes lo hubiera excavado con energía, ahora le parece una tarea imposible. Esta araña, al no saber soportar la ausencia de protección, se debilitará y morirá.
Con todo, las arañas poseen algunas capacidades de aprendizaje. La Uloborus, por ejemplo, sabe remendar sus telarañas y puede volver a tejer hasta la mitad en caso de incidente. Muchas arañas tiene una cierta memoria “geográfica”: cuando han capturado a una presa y si esto les obliga a huir, pueden volver al lugar donde se encuentra la víctima sin vacilar una vez que el peligro ha pasado.
Finalmente, los experimentos con Areneus han ofrecidos unos resultados sorprendentes. Se trataba de tocar con un diapasón “grave” unas moscas recubiertas con quinina (es decir, con un gusto amargo), y con un diapasón “agudo”, una octava por encima, unas moscas recubiertas por glucosa (o sea, con un sabor dulce). Las arañas confundidas por las vibraciones, se precipitaban a por sus presas y después rechazaban a las moscas “amargas” y devoraban a las “dulces”. Al cabo de un cierto número de experimentos, la araña arremetía contra una bola de cristal tocada con un diapasón “agudo”, mientras que su homóloga, al contacto con un diapasón “grave”, era ignorada olímpicamente: Araneus había aprendido a asociar la frecuencia del sonido al sabor de la presa.
En definitiva, y a modo de conclusión, podemos decir que a pesar de todo existe una cierta flexibilidad en nuestras protagonistas que las convierte en algo más que “robots” programados genéticamente.
Yo estoy muy contenta de tener arañas como mascotas. Y creo que ellas tampoco tienen mucha queja. Les compré terrarios de plástico específicos para sus especies y no he tenido dificultades para encontrar la comida que me recomendó el veterinario y el vendedor